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OPINIONES
Diario
La Nación (Argentina 25
de Setiembre de 1996)
Los
Crotos comparten junto al mar su alergia al trabajo
MAR
DEL PLATA.- “No tenemos ni presidente ni secretario ni estructuras
con nombres raros. Somos solamente hombres libres que nos reunimos
para estrechar lazos, conocernos y despedirnos con una ranchada
bajo las estrellas”.
Así,
con sencillez, define Carlos Luna (a) Tango, a la Primera Cumbre
de Crotos que se está desarrollando en esta ciudad desde el lunes
a la noche.
Y
las palabras de Tango son suscriptas sin pudores por sus colegas
Américo Casco, (a) Diogenes y Norberto Tognetti, (a) Lechuza, quienes
como él, llegaron al balneario desde La Plata hace muy pocas horas.
“Venimos
a rescatar el derecho a seguir pensando que la libertad es posible
y que una manera de vivirla en plenitud es recorriendo los caminos
sin horarios ni presiones de este mundo cada vez más opresivo”,
apunta Diógenes desde sus lozanos 83 años.
Y
este espíritu es el que rodea a esta inédita cumbre, que se va poblando
de viajeros de a poco, porque muchos todavía vienen caminando,
asegura Lechuza.
Filosofía
crota
Lo
cierto es que ya son más de 200 los crotos arribados a Mar del Plata
dispuestos a reafirmar el lema propuesto por los organizadores del
encuentro, la Agrupación de Crotos Libres: “Libertad, derecho supremo
del hombre”.
Lo
único que espero es que la ranchada de despedida no sea tan pobre
como la que armamos en Bahía Blanca, allá por el año30, donde el
pan, algunos fideos y el agua eran los ingredientes de un menú repetido
hasta el cansancio” se
ilusiona Diógenes.
El
hombre, un veterano de huellas y vías “no tan muertas como las de
estos días” , recuerda aquellos años
con nostalgia indisimulable, aunque las penurias que acompañan
a la falta de trabajo “son muy parecidas a las de estos tiempo”,
se lamenta.
No
obstante, y tal como puntualizan los participantes del encuentro,
“el optimismo es uno de los pilares de la filosofía crota y la amistad
ayuda a sobrellevar cualquier contratiempo.
Esa
amistad y las ansias por compartir aunque sea unas pocas jornadas
son las responsables de que esta iniciativa sea una realidad bajo
el cielo marplatense, más allá de que muchas de las actividades
previstas se realicen en el interior de varias salas de la ciudad.
Actividades
para todo gusto
En efecto, el programa de la Cumbre de Crotos incluye charlas,
proyección de películas, debates, suelta de palomas y, por supuesto,
caminatas a cualquier parte por las vías y caminos aledaños; incluso
está prevista la visita del actual presidente de la Sociedad Rural
Argentina, Enrique Crotto, sobrino nieto de aquel gobernador bonaerense
que autorizó, allá por el año20, a viajar gratis en los trenes de
carga a los golondrinas que se ocupaban de las cosechas y zafras
en la provincia.
Hoy,
los herederos de aquellos bohemios personajes se reúnen por primera
vez junto al mar con las mismas ilusiones, aunque el mundo “siga
siendo la jaula” que atormentaba al mítico Francés,
figura omnipresente en las anécdotas de
José Américo “ Bepo”
Ghezzi.
DIARIO
‘LA CAPITAL’ de Mar del Plata
29 de Setiembre de 1996 (Página 16)
CROTOS
COMO
ESCAPAR DEL PODER Y DEL PATRON
Finaliza
el singular encuentro que
reunió
por una semana a los “crotos” de
todo
el país en nuestra ciudad. La prensa
mundial
siguió con interés el curso de
sus
deliberaciones.
Los crotos de nuestros
días, con la mente abierta a los acontecimientos que marcan cambios
de rumbos, no ya solo por la vía de los trenes, sino en todo lo
que hace al diario vivir, se reunieron en una verdadera comunión
de ideales para analizar, jornada tras jornada y de la mano de especialistas
de distintos tópicos, un variado menú de temas que hacen a la problemática
social.
Organizado
por la Agrupación de Crotos Libres de Mar del Plata, la “Cumbre”
que contó con la presencia y participantes de amantes de ese quehacer
llegados de distintas provincias y del exterior analizaron con profundidad
asuntos relacionados con su filosofía. El anticonsumismo, la alimentación
austera, fisiología del caminante, bioética de la libertad, trueque
y distribución de los sueños de vida, fueron alguno de los temas.
Su
desarrollo
Como todo encuentro que pretende bucear en lo vivido para entender
mejor cómo transitar el presente, en sus deliberaciones, -como custodios
de buena conducta - los crotos antiguos, (los monarcas) los de las
vías, los de las ranchadas con códigos secretos, los que con su
idioma hermético desorientaban la curiosidad de los profanos, estaban
presentes. De allí que junto a Héctor Marano de impecable traje
y corbata explicando la posibilidad de una vuelta al trueque con
la ayuda de Internet, la figura casi mítica de Martín Finamori con
sus 89 años de vida a cuestas, analizaba casi tercamente, las ventajas
de “salirse del sistema y empezar a tener dinero en el bolsillo
en lugar de un capital acumulado”.
En el mismo instante
el Contador La Rosa y el colega Kostinger pasaban del análisis de
la educación cooperativa, a la demostración que el gran secreto
universal es “El robo del tiempo”, don Héctor Woollands, casi anónimo
en su silla de una de las últimas filas de una platea siempre nutrida,
pensaría en su tiempo de trashumante, buceador de horizontes en
los techos de los trenes, con la libertad como bandera y el hambre
y el frío como moneda de cambio.
Anteriormente “Don Héctor”
había disertado sobre “Libres y Crotos” haciendo una emocionada exposición de experiencias personales
y relatando los orígenes de los amantes de este tipo de vida.
Hubo
quienes, como el Profesor Horacio Zabala, desde su disertación académica
sobre la relación y la influencia de los libros en la vida crotil,
como en secreto, haciendo a la audiencia cómplice de su confesión,
memoró en voz baja que “alguna vez había croteado” . En su charla
Zabala reseñó el vagabundeo de personajes como San Francisco de
Asís, Ignacio de Loyola, y otros que, rescatador por la literatura,
dieron testimonio de su particular forma de protagonizar el concierto
de la vida.
Un panel integrado por
los profesores Eugenio Rosalini y Mario Alonso, el Escritor Hugo
Nario y el Contador Angel Mateo coronó las deliberaciones con reflexiones
acerca de la filosofía crota, el anticonsumismo, sueños de vida
y derecho al ocio. Todo transcurrió bajo la sutil y casi desapercibida
supervisión de Ana María Ordóñez, secundada por Pedro Ribeiro, el
otro referente de la Agrupación.
A
partir de mañana
Tal como Hugo Nario relata
en su libro “Vida secreta de un linyera”
cuando Bepo se despidió del “Francés”
mañana cada cual volverá a su lugar de origen. Será un regreso
rico en experiencias, esperanzado en la creencia íntima de que hay
otro camino. Quizá en alguna ranchada improvisada en alguna vía
muerta, relatarán a sus amigos
lo acontecido, tal como antaño lo hacían
los viejos libertarios a través de sus publicaciones, semiclandestinas
a lo largo y a lo ancho de este país tan cambiante. Lo cierto es
que la Cumbre de Crotos, realizada en Mar del Plata se ha transformado
en una suerte de bisagra para sus participantes. Hay un antes y
un después en el concepto internacional, con relación a estos personajes
que durante una semana deliberaron bajo el lema “Libertad, derecho
supremo del hombre”.
Por esas coincidencias
que suelen darse, el único antecedente que se conoce en este tipo
de encuentros fue el realizado en la ciudad alemana de Stuttgart
hace ya un tiempo. Reunió a caminantes y vagabundos de toda Europa,
duró tres días y se proclamó por unanimidad la “Huelga general para
toda la vida” . En el curso de estas deliberaciones, un paro general
movilizó al país por 36 horas. Las jornadas sin embargo siguieron.
Los crotos comentaban: “Por ahora la gente hace paros porque no
le alcanza la plata para comer, si hacemos la vista gorda a la contaminación
de los mares y ríos, si continuamos exterminando la flora y la fauna,
si talamos los bosques sin reemplazar lo utilizado, de qué va servir
la plata que se consiga con los paros si no vamos a tener en la
tierra nada para comprar, nada para comer, nada para tomar?
FRASES
DE “LA SEMANA CROTA”
“Confiar
en la vía, liberarme de la desesperación, del apuro, del miedo.
La vía me daba comida, abrigo, compañía, camino.
Mientras estuviera en la vía no tendría que volver a la
civilización. Era como si ella me cuidara siempre, hasta cuando
yo dormía” . Bepo
Ghezzi
“Le
digo a mis amigos que no tiene importancia, pero parece que no
es así, el haber croteado es algo que se ha revalorizado. Algo
esta pasando” Héctor
Woollands
“Caminar
por caminar, no correr porque te corren poderes, hambre, patrón”
Pedro
Ribeiro
“Contra
la alienación del trabajo, el croto oponía la de trabajar lo indispensable
para seguir su andar. Del mismo modo que el hombre de la selva
toma de la naturaleza sólo lo que necesita para sobrevivir”. “Nada
está tan lleno de sugerencias y misterios como el silencio. En
el mundo de los crotos se vivía el silencio”
Hugo
Nario
“Si
tus zapatos repican., saltan se mueven, deja todo y súbete a ellos”
Mario
Alonso
“Todo
eso es una utopía y lo que hay que hacer con las utopías es concretarlas”
Angel Mateo
“Nos
estamos olvidando de darnos tiempo para recrear nuestra condición
de seres humanos y re-aprender diariamente el misterio de disfrutar
el don de la vida”.
Ana
María Ordóñez
“Los
anarquistas no creemos en los políticos.. Creo que Jesús fue el
primer anarquista, claro que si hoy existiera alguien como El,
también lo crucificarían y lo tirarían desde un avión.
Martín
Finamori
“Los
chicos, otrora consumidores de tiempo para solaz y esparcimiento,
hoy soportan las cargas de estudiar inglés, hacer deportes indeseados
y desentrañar los misterios de la computación. Toda una infamia
para formar nuevos adultos que no consumirán su propio tiempo”
.
Jorge
L. Kostinger
Opinión
de Hugo
Nario
Escritor,
autor del libro "BEPO-
Vida secreta de un linyera". Lleva
cuatro ediciones, la última
en Adhesión a la Cumbre
Internacional de Crotos.
Periodista, docente e
investigador social. Se
encuentran entre sus obras:
Tata Dios, Los Crímenes de Tandil, Mesias y
Bandoleros Pampeanos (Premio Fondo Nacional de las Artes 1993) Tandil,
Historia abierta y Los Picapedreros.
Los
crotos, el trabajo y lo peyorativo
El imaginario popular
y no la Academia de la Lengua, suele ser quien impone o rescate
el metasentido de algunas palabras.
Por eso, hasta hace poco, para muchos la voz
croto equivalía
a sucio, desarrapado, despreciable, haragán. Su equivalente mas
antiguo, apenas un poco mas romántico, era linyera.
Tuve
la suerte de conocer en 1976 a un hombre excepcional que durante
25 años había vivido “ croteando” por toda la República, sobre los
techos de los trenes de carga. Hoy tiene 84 años. Se llama José
Americio Ghezzi, todo el mundo lo conoce por Bepo. Cuando me contó
su vida y le pregunté que buscaba al precio de la soledad, el frío
y el miedo, me contestó sencilla y escuetamente: la libertad.
A partir de mi primer
trabajo “Los Crotos” que
apareció en 1980 en la Revista Todo es Historia, sus lectores comenzaron
a ver las cosas con otro cristal, según el tenor de muchas cartas
y consultas que a partir de entonces recibió su director Felix Luna.
En 1983, el Centro Editor de América Latina, me pidió un trabajo
sobre el mismo tema para su colección de fascículos “La Vida de
nuestro pueblo”
“Contra
la alienación del trabajo - escribí entonces
- el croto oponía la de trabajar lo indispensable para seguir
su andar. Del mismo modo que el hombre de la selva toma de la naturaleza
sólo lo que necesita, el croto usaba y vendía el mínimo de su fuerza
de trabajo y solo cuando los recursos naturales se le habían acabado”
Desocupación
y recolección de maíz
Esa
fuerza de trabajo se vendía habitualmente en el triángulo maicero
argentino, una vasta región que integraban el norte de Buenos Aires,
el Sur de Córdoba y de Santa Fe, a donde convergían a partir de
los últimos días de febrero de cada año miles de hombres sin ocupación
permanente, Hasta 1960 el cultivo completo de una hectárea de maíz,
requería un proceso de 98 horas hombre por año, ya que hubiera sido
imposible hasta entonces mecanizar su recolección.
La juntada de maíz o salir a tirar la maleta, fue la válvula que
descomprimió la desocupación y subocupación crónica de la Argentina
de los años 1920 y 1930 y a una parte de 1940. Respondía espontáneamente,
sin ideólogos ni economistas que regularan sus relaciones desde
el Estado, a los caracteres de la Argentina opulenta, “canasta de
pan del mundo” con terratenientes ricos, chacareros pobres y desarraigados
y una mano de obra flotante -los crotos braceros
- disponible para trocar la esperanza en cosecha. Mazorcas
doradas de maíz, trigo copioso, pasturas suculentas se metabolizaban
en alimentos no solo para los argentinos sino para muchos pueblos
del mundo, cuando todavía no se teorizaba sobre una “globalización”
que ya funcionaba con espontaneidad y equilibrio.
De donde procedían esos
braceros? De todo el país, pero sobre todo de los pueblitos rurales
del territorio bonaerense, donde casi no había oportunidades laborales
permanentes para nadie. Cuando finalizaba el verano, iban subiéndose
a los trenes de carga que pasaban frente a las estaciones ferroviarias
de sus respectivos poblados, docenas de jóvenes, aunque también
lo hacían hombres maduros. Los primeros incitados por la aventura
y el vagabundeo; los mayores por sus deberes con el hogar que habían
establecido. Ambos porque necesitaban la oportunidad laboral que
sus lugares de origen les negaba. En los tiempos de crisis, los
pasajeros aumentaban y entre ellos solían ir comerciantes fundidos
y trabajadores cesanteados. Era un mundo silencioso, discreto, sin
preguntas, confidencias ni explicaciones.
Cuántos
se creen que fueron los crotos
El censo de 1947 dio
388 mil obreros rurales. La mayor parte de ellos debían trasladarse
de un lugar a otro y habitualmente en los trenes cargueros - a lo
croto -, hasta que el Gobernador radical José Camilo Croto,
habría blanqueado su pasaje para tiempos de cosecha a los
que el uso extendió al año entero. “Suban hasta cuarenta. Ustedes
viajan gratis por Crotto” se supone que les dirían los policías
del ferrocarril. Y de este modo el nombre del benefactor se habría
transferido a sus beneficiarios.
Revalorización
social y conceptual del croto
En
1988 apareció la primera edición del libro BEPO, Vida secreta
de un linyera fundado en los relatos de mi amigo Bepo Ghezzi.
Antes de los tres meses debió aparecer la segunda edición. Desde
entonces, solo o en compania de Bepo Ghezzi hemos disertado sobre
el tema en Bibliotecas, Centro de Estudios, Ateneos, Museos y Universidades.
En 1995 se estrenó la película Que Vivan los Crotos de la joven
directora Ana Poliak, cuyo actor y principal protagonista fue el
propio Bepo Ghezzi.
El
combate ganaba un medio comunicacional nuevo y la gente terminó
de comprender cuanto de humano y de idealista encerraba aquellas
palabras que durante tantos años la gente había usado peyorativamente.
Evaluó que no eran sucios ni rotosos, delincuentes ni haraganes,
sino hombres que habían aceptado el único modo de trabajar que les
permitía la sociedad y que en su practica aprendieron las bendiciones
del andar libre, del cielo abierto, del sol y el olor de los pastizales,
de la compañía y la solidaridad. El croto ya ingresó a la galería
de los honorables de la sociedad argentina.
Y
si algo necesitaba para culminar esta tarea de esclarecimiento,
viene a ofrecerlo un grupo de entusiastas abanderados de las caminatas
por la naturaleza, sin otro objeto que el aire libre, la compañía,
las inefables voces de los paisajes y el silencio. Ellos, los caminantes de Mar
del Plata, de Tandil y de todo el país al autoconvocarse en esta
“Cumbre Internacional” han
adoptado para sí, y creo que para siempre, el reivindicado apelativo
de CROTO aun a riesgo de escandalizar a los pacatos que ven en el
gesto solo una excentricidad y no una actitud ética y vital. Crotos
del mundo …Salud!
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¡QUE VIVAN LOS CROTOS! - 1992
Documental dirigido por Ana Poliak.
Por Guillermo Ravaschino
La sola enumeración de las taras que enturbian a la mayor
parte de los documentales, y que la realizadora argentina Ana Poliak
supo esquivar hábilmente, bastaría para bienvenir
a ¡Que vivan los crotos!, film que parece conjugar idénticas
dosis de inspiración y dominio del medio cinematográfico.
Nuestro -digamos- personaje central es don Américo "Bepo"
Ghezzi, un linyera septuagenario de la localidad de Tandil, sitio
que abandonó un día para vagar sin rumbo. Treinta
años después regresó y supo que nadie lo había
olvidado. Poliak, que es montajista desde hace largo rato, siguió
el ritmo de la respiración emotiva de las imágenes.
Cada una de las personas que mastican viejos recuerdos tiene en
pantalla el tiempo que se merece, lo que incluye varias veces un
original, adecuadísimo antes-y-después de lo que generalmente
se considera "metraje útil". Vemos los titubeos,
el nerviosismo, la gimnasia preparatoria y hasta la reflexión
ulterior que son el marco de las palabras y que los propios viejos
-acostumbrados ellos mismos al montaje documental típico-
jamás pensaron que engrosarían el producto definitivo.
Es una suerte de documental dentro del documental, genuina cámara
oculta que confiere a las tomas una vibración adicional:
el testimonio, que no se supone actuado pero siempre conlleva una
pizca de impostación, contrasta con esos tramos de espontaneidad
plena. En el futuro cabrá desarrollar este recurso de exploración
viva aun más estructuralmente.
El silencio tiene en ¡Que vivan los crotos! una dimensión
semejante a la que le conceden las partituras clásicas: ocupa
el tiempo que ningún sonido -especialmente ninguna palabra-
debería contaminar. Un silencio que abre las puertas al trabajo
emotivo del espectador, en la medida en que lo invita a evocar sus
propias imágenes y recuerdos. La pantalla, en tanto, ya habrá
saltado del primer plano a un pedazo de pampa yerma, o a una estrella,
o a un riel. Las combinaciones de Ana Poliak son la feliz contracara
del pleonasmo (esa fiera costumbre de ilustrar las palabras con
imágenes): abren el juego a la participación efectiva
del público. Las dramatizaciones, que las hay (linyeras jóvenes
que expresan el pasado de quienes hablan), son breves, mudas y están
sanamente despojadas de toda ínfula "argumental".
Bepo se constituye en protagonista de una manera singular. Las palabras
de sus amigos son tanto o más importantes que las de él
para delinearlo. El, a su vez, es más que nada una suma de
recuerdos y sensaciones que remiten a otras imágenes y personajes.
A la planicie, a la soledad, a la trocha. También al Francés,
un personaje cuya existencia es puesta en duda por los amigos de
Bepo, pero al que éste cita una y otra vez como infatigable
compañero de andanzas, imponiéndolo como una suerte
de coprotagonista en off. El verbo crotear, en la acepción
que le es dada aquí, ha de ser de los más profundos.
Implica saciar apetitos de libertad al margen de la explotación
laboral, pero también de las otras gentes. La soledad de
la libertad es el gran tema no declamado de la película.
Lo más curioso -y acaso la punta de iceberg del futuro de
Poliak como directora de ficción- es que estos ancianos vienen
a actualizar vigorosamente la añeja cuestión del Héroe:
esta dignidad sin bienes ni raíces, esta plenitud que sólo
reclama una pampa, una huella, un cielo abierto para constituirse
tiene mucho que ver con la materia que, aquí y allá
-especialmente en el Lejano Oeste-, forjó paladines inoxidables.
Esos que hicieron asco de la rutina social y las compañías
anestesiantes para embarcarse en el compromiso que, tarde o temprano,
pone a cada cual frente al sueño que lo desvela. Que vivan
ellos.
****
Mexico Marzo de 2003
CUANDO EL OCIO ES SUBVERSIVO
Por Othon Lara Klahr
Los crotos son hermanos de los hipies, vagabundos, linyeras, gitanos,
beatniks, anarquistas, pacifistas, naturistas y ecologistas, entre
otros desadaptados al sistema. De manera simplista se dice que son
personas alérgicas al trabajo, pero esto no es por haraganes,
sino por asumir una forma de vida libre y sana.
Su nombre proviene del apellido de José Camilo Crotto, funcionario
argentino que en 1920 emitió un decreto que permitía
a los trotamundos viajar gratis en los trenes de carga.
Es significativo que el movimiento croto provenga de Argentina,
donde la crisis del sistema económico neoliberal actualmente
está generando formas
imaginativas de intercambio económico y cultural, de las
que participa activamente la Agrupación de Crotos Libres
(ACL), con sede en ese país.
Pero, ¿quiénes son esos modernos quijotes? Para darse
una idea, es inevitable remontarse a la Cumbre Internacional de
Crotos, que se llevó a cabo en 1996 en Mar del Plata con
el lema: "Libertad, derecho supremo del hombre". En esa
ocasión, luego de una semana de deliberaciones, crotos de
varios países delinearon, entre otras, sus siguientes directrices:
Ser caminantes felices.
Creer en utopías.
Promover el deporte no profesional.
Tomar de la naturaleza lo necesario, sin depredar.
No mendigar. Sí, practicar formas de trueque.
Evitar el consumo de alimentos chatarra, bebidas gaseosas, tabaco,
alcohol y drogas.
Ejercer el ocio creador.
Consumir lo menos posible.
Trabajar poco y/o por placer.
Recurrir a los libros para ser cada día más libres
(José Martí).
Estos principios son práctica diaria entre los crotos, asumida
por la convicción de que es mejor usar los pies que los automotores
contaminantes, comer los frutos de la tierra que sus sustitutos chatarra,
cambiar el estrés del trabajo enajenante por el ocio
creador y privilegiar la poesía sobre el discurso político.
No en balde entre sus autores favoritos están Walt Whitman,
Eduardo Galeano y Hermann Hesse.
En dicha cumbre participaron Martín Finamori, croto "histórico"
de 89 años, Pedro Ribeiro, incansable cronista de caminatas
y recorridos bicicleteros por
países de América y Africa, la activa crota Ana María
Ordóñez, el escritor Hugo Nario y Diógenes, otro
histórico, de 83 años, por mencionar a algunos entre
200 asistentes. Pero el símbolo indiscutible de este movimiento
es José Américo Ghezzi, Bepo (1912-1999), quien vivió
"como él mismo eligió", siempre consecuente
con su máxima de que "el ser libre crece a medida que
disminuye la necesidad de cosas". Autor del libro Versos y otras
yerbas, su vida inspiró la película "Que vivan
los crotos", de Ana Poliak, y el
texto "Bepo, historia de un linyera", de Hugo Nario.
En 1998, en ocasión de los 30 años del mayo francés,
la ACL refrendó su adhesión a principios como "la
imaginación al poder", "la poesía está
en la calle", "sólo la verdad es revolucionaria"
y "prohibido prohibir", porque "los crotos desde siempre
también creen en las utopías e intentan hacer de la
vida una poesía, sin escapar de la realidad".
Ese mismo año se fundó la Universidad Crota, en Mar
del Plata con el firme propósito de no depender de "regímenes
burocráticos, de autoridades, ni de aportes gubernamentales".
Desde entonces sus inscripciones son gratuitas, no hay límite
de edad para ingresar, y las colegiaturas consisten en aportar alimentos,
artesanías y otros objetos que los alumnos elaboren.No se entregan
certificados ni diplomas, y el plan de estudios incluye las materias
de economía alternativa, talleres de pensamiento, teatro, música,
expresión corporal, huerta orgánica, lombricultura e
integridad física.El 2 de mayo de 2002 la ACL estableció
el Día Internacional del Ocio, con la propuesta de festejar
esta fecha realizando caminatas antiestrés y ejercitando la
"meditación ociosa" en centros laborales, cuando
menos por unos minutos.En México, por más que indagamos,
no encontramos rastro de un movimiento similar al de los Crotos. Aunque
muchos idealistas andan por los caminos ejerciendo su libertad, lo
hacen dispersos, sin sentido de pertenencia a esa subespecie humana.
Los interesados en el tema pueden obtener más información
en el sitio de Internet www.crotoslibres.com
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Publicado en La Capital de Mar del Plata el 4 de Abril de 2005
Página 32
APUNTES DE UN DESVELADO POR
JULIO ALFONSO
Las vías muertas
De tanto perder trenes, he decidido instalarme en el andén,
fijar residencia cercana a las vías, como Ana María
y Pedro, mis crotos queridos.
No desconozco que las vías en sí, no dejan de ser un
camino real, establecido por la oficialidad y su conjunto. Eso está
claro, no creo que haya dos opiniones al respecto. Pero lo que viene
sobre esos aceros, tan poderoso o más que el concepto que lo
creó, es ingobernable, un destino, bifurcaciones del azar en
complicidad con el ánimo, férreos elementos que no pueden
ser arriados por nadie, pues viven adentro de nuestro adentro. Viene
algo compleja la oración, ¿no? Entonces la hago más
simple: es como si nuestra sombra viviera adentro de nuestra sombra.
Creo que así quedó más claro.
Alguien puede suponer -para ello existe extrema libertad-, que no
es lícito fijar residencia en los andenes. A quien venga esgrimiendo
ásperos papeles de lija sellados en son de refutación,
le diré que tiene razón, pero que vive armado de conceptos
erróneos, pues no estoy habitando andenes, sino esperas. Me
agradó ese recurso cuasi legal. La verdad, es que no supieron
qué decirme. Recuerdo que después convocaron a todos
los defensores de causas ganadas contra la sinrazón, a todos
los leguleyos montados sobre briosos biblioratos, que revisaron memorizadas
leyes y, para embellecerlas, hasta les dieron formato de alejandrinos,
décimas octavadas y sonetos, sin hallar ningún artículo
o inciso con prohibiciones de espera. Por eso sigo aquí, recurso
de amparo obtenido gracias a las dudas de esos señores, quienes
no me sacan a patadas por temor a fijar otra injusticia, de esas que
aún no están en los aburridos estantes de los que dictan,
imparten o determinan justicia o algo semejante a ella.
A esta altura del relato debo ser justo: en este andén no la
paso tan mal. Al principio estaba solo. Ahora, son más los
que se suman a la espera. Con ellos conversamos de modo gestual, intercambiamos
silencios, y hasta nos saludamos esgrimiendo, a modo de cómplice
bandera, una pata de pollo obtenida en un gallinero fiscal y maloliente.
Muy rara vez nos contamos cosas, para qué, si todos tenemos
la misma experiencia, que es la espera. De día la pasamos casi
bien, cada cual en lo suyo. La noche es más compleja, algo
larga. A medida que uno envejece, la noche dibuja desvelos sin variables.
Anoche murió un viejo. No lo mató el frío, como
dicen, murió de espontaneidad, sólo un bien de los justos.
Yo cuento estrellas, me gusta. Lo hago para que la noche no pase en
vano y para comprobar si a la siguiente le falta alguna. Anoche, precisamente,
hubo un faltante de tres, en relación al día anterior.
Cuando estoy conjeturando los porqués de esa falta, asoma el
sol. Me divierte todo lo que sea cambio, no porque considere que un
día es distinto a otro, sino porque pienso que mañana
no ha de ser un día igual al de hoy.
Ahora veo que atienden a otro viejo. Tiene cierta dificultad en su
respiración. Culpan al cigarrillo. Creo que se atascó
de sueños; en vez de uno cada ocho horas, el hombre los tomó
todos juntos. Tendría que haber especialistas en dosificar
sueños acumulados. Es otro déficit de la medicina, ve.
El tren que espero no viene. Ojalá que los crotos que ayer
pasaron no tengan razón al decir que las vías que vemos
son vías muertas, que por ellas no pasa tren alguno, que los
vagones están arrumbados en El Porvenir, estación abandonada.
Al alejarse, les grité adónde iban para ir tan lento.
El último de ellos me contestó que el destino final
no era un lugar preestablecido, que se trataba de un sitio ubicado
en la periferia de las ofertas de dichas, que se trataba de un sitio
virgen de resentimientos. De nada sirvió explicarle que la
espera es el mejor proyecto de vida, que las vías que él
dice muertas, son caminos inaugurales, y que si hubiese otros me lo
dijera. 'Todos los caminos conducen a uno mismo -me dijo-, todos,
menos estar detenido a la espera de milagros, como que un tren inexistente
pase, señor mío'.
Cuando regresé a mi lugar, en los andenes era noche. Al verme
silencioso y clavados mis ojos en las vías salpimentadas de
luna, mi vecino de andén me preguntó por qué
hoy no contaba estrellas, 'dura tarea que usted hace tan bien'. Por
respeto a mi silencio, quien tiene lastimaduras que todos los días
cumplen años, fue que no hubo réplica alguna de mi parte.
Cuando llegaron los leguleyos enarbolando reglamentaciones con abolición
de esperas, me largué a caminar por las vías, mientras
contaba durmientes y desabroche de estrellas.
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